Foi com um texto sobre Santa Teresa que encerrei meu blog no globo.com há longo tempo atrás… Espero que o fato de estar de novo escrevendo sobre essa importante personagem da história da Igreja não faça meus seis (ou 3?) leitores acreditarem que estou desistindo de meu terceiro blog.
O fato é que Santa Teresa me inspirou a escrever, porque vivi na última quarta-feira uma experiência de fé muito interessante. Estava eu desejoso de rezar e fui à missa de 19h30 na Paróquia Nossa Senhora Aparecida e Santa Edwiges. É festa da Padroeira e não pude deixar de me lembrar de um texto de François Mauriac sobre a Semana Santa em que o barulho das crianças e a lama da entrada da capela davam uma noção festiva a um acontecimento que deveria ser de pura introspecção, de triste introspecção. Nem chegava a ser o caso de ontem, se não houvesse um certo burburinho nos minutos que antecipavam à missa, que pouco combinava com o espírito de oração pelo qual tanto ansiava minha alma sendenta.
Enfim, por volta das 19h30min recebemos o padre que presidiria a celebração e tudo mais – cânticos e leituras e devoção – me trouxeram muita calma, contra toda a ansiedade que o mercado está a nos impor no comércio brasileiro (e de resto ao mundo inteiro).
A boa nota foi que soube (relembrei!) que dia 15 de outubro é a Festa de Santa Teresa d´Ávila, Doutora da Igreja e isso me deu lá no fundo do coração uma alegria muito grande…
Na impossibilidade de escrever um texto sobre a “Teresona” como dizem os mais íntimos (em comparação à Teresinha de Jesus! – e, convenhamos, todas as duas Santas mulheres e maravilhosas personagens da Igreja), transcrevo:
Teresa D´Ávila
Teresa Sánchez de Cepeda y Ahumada, hija de padres nobles, aunque humildes, nació en Ávila en 1515. Quedó sin madre cuando apenas contaba doce años. Su padre, don Alfonso, fué “hombre de mucha caridad con los pobres, y piadad con los enfermos …fué un buen castellano, religioso y austero como un patriarca antiguo; doce hijos tuvo, como Israel” .
– Este é primeiro parágrafo da Introdução ao livro de Santa Teresa “Las Moradas”, que eu peguei emprestado, há mais de uma dezena de anos, no meu tempo de Comunicação na UFRGS e nunca devolvi. Como o exemplar é marcado a fogo pelo seu proprietário, professor Silvio Duncan, nunca me esqueço do atraso na devolução. E se o livro serviu a um propósito nobre de mais amar a poesia mística espanhola também teve um subproduto: levar-me para mais perto da Igreja Católica, o que me leva também à reflexão de que preciso devolvê-lo a seu proprietário original.
Está certo que o bibliômano se empobrece mas o fiel se alegra. Portanto, se qualquer cristão, entre meus onze leitores, souber do paradeiro de meu ex-professor, avise-me para que eu faça chegar o primoroso livro das Ediciones de La Lectura, Madrid, 1922 às mãos de seu antigo dono.
– – – – – –
[Enquanto o processo se desenrola, vou brindá-los com alguns trechos e me perdoem os erros pois que à luz dessas velas torna-se difícil não cometer alguns erros de digitação. Mas saibam que o fervor com que transcrevo este versos é alegria bastante ao coração, tendo como backgroun a Missa em si menor, BWV 232 de Bach].
++++
JHS
Pocas cosas que me ha mandado la obediencia se me han hecho tan dificultosas como escribir ahora cosas de oración; lo uno, porque no me parece me da el Señor espiritu para hacerlo, ni deseo; lo otro, por tener la cabeza tres meses ha con un ruido y flaqueza tan grande, que an los negocios forzosos escribo con pena; mas entendiendo que la fuerza de la obediencia suele allanar cosas que parecen imposibles, la voluntad se determina a hacerlo muy de buena gana, anque el natural parece que se aflige mucho; porque no me ha dado el Señor tanta virtud, que el pelear con la enfermedad contino y con ocupaciones de muchas maneras, se pueda hacer sin gran contradición suya. Hágalo el que ha hecho otras cosas más dificultosas por hacerme merced, en cuya misericordia confío.Bien creo he de saber decir poco más que lo que he dicho en otras cosas que me han mandado escribir; antes temo que han de ser casi todas las mesmas, porque ansí como los pájaros que enseñan a hablar, no saben más de lo que les muestran u oyen, y esto repiten muchas veces, so yo al pie de la letra. Si el Señor quisiere diga algo nuevo, su Majestad lo dará u será servido traerme a la memoria lo que otras veces he dicho, que an con esto me contentaría, por tenerla tan mala, que me holgaría de atinar a algunas cosas, que decían estaban bien dichas, por si se hubieren perdido. Si tampoco me diere el Señor esto, con cansarme y acrecentar em jmal de cabeza, por obediencia quedaré con ganacia, anque de lo que dijere no se saque ningún provecho. Y ansi comienzo a cumplir hoy dia de Santísima Trenidad, año de MDLXXVII, en este monesterio de San Josef de l Carmen en Toledo, adonde al presente estoy, sujetándome en todo lo que dijere a el parecer de quien me lo manda escribir, que son personas de grandes letras. Si alguna cosa dijere, que no vaya conforme a lo que tiene la santa Ilesia Católica Romana, será por inorancia y no por malicia. Esto se puede tener por cierto, y que siempre estoy y estaré sujeta por la bondad de Dios, y lo he estado, a ella. Sea por siempre bendito, amén, y glorificado.
Díjome quien me mandó escribir, que como estas monjas de estos monesterior de Nuestra Señora del Carmen tienen necesidad de quien algunas dudas de oración las declare, y que le parecía, que mejor se entienden el lenguaje unas mujeres de otras, y con el amor que me tienen les haría más al caso lo que yo les dijese, tiene entendido por esta causa, será de alguna importancia sise acierta a decir alguna cosa, y por esta causa iré hablando con ellas en lo que escribiré; y porque parece desatino pensar que puede hacer al caso a otras personas, harta merced me hará Nuestro Señor si a alguna dellas se aprovechare para alabarle algún poquito. Mas bien sabe su Majestad, que yo no pretendo otra cosa; y está muy claro que cuando algo se atinare a decir, entenderán no es mío, pues no hay causa para ello, si no fuere tener tan poco entendimiento como yo habilidad para cosas semejantes, si el Señor por su misericordia no la da.
….
MORADAS PRIMERAS
Capítulo Primero
Estando hoy suplicando a Nuestro Señor hablase por mí, porque yo no atinaba a cosa que decir ni como comenzar a cumplir esta obediencia, se me ofreció lo que ahora diré, para comenzar con algún fundamento: que es, considerar nuestra alma como un castillo todo de diamante u muy claro cristal, adonde hay muchos aposentos, ansí como en el cielo hay muchos aposentos, ansí como en el cielo hay muchas moradas. Que si bien lo consideramos, hermanas, no ees otra cosa el alma del justo, sino un paraíso, adonde dice Él tiene sus deleites. Pues ¿qué tal os parece que será el aposento a donde un Rey tan poderoso, tan sabio, tan limpio, tan lleno de todos los bienes se deleita? No hallo yo cosa con que comparar la gran hermosura de un alma y la gran capacidad. Y verdaderamente, apenas deben llegar nuestros entendimientos, por agudos que fuesen, a comprenderla; ansí como no pueden llegar a considerar a Dios, pues Él mesmo dice que nos crió a su imagen y semejanza. Pues si esto es, como lo es, no hay para qué nos cansar en querer comprender la hermosura de este Castillo; porque puesto que hay la diferencia de él a Dios, que del Criador a la criatura, pues es criatura, basta decir su Majestad, que es hecha a su imagen, para que apenas podamos entender la gran divinidad y hermosura del ánima. No es pequeña lástima y confusión, que por nuestra culpa no entendamos a nosotros mesmos, ni sepamos quién somos. ¿No sería gran inorancia, hijas mías, que preguntasen a uno quién fué su padre, ni su madre, ni de qué tierra? Pues si esto sería gran bestialidad, sin comparación es mayor la que hay en nosotras, cuando no procuramos saber qué cosa somos, sino que nos detenemos en estos cuerpos, y ansí a bulto, porque lo hemos oído y porque nos lo dice la fe, sabemos que tenemos almas; mas qué bienes puede haber en esta alma, u quién está dentro de esta alma, u el gran valor de ella, pocas veces lo consideramos, y ansí se tiene en tan poco procurar con todo cuidado conservar su hermosura. Todo se nos va en la grosería del engaste u cerca de este Castillo, que son estos cuerpos. Pues consideremos que este Castillo tinene, como he dicho, muchas Moradas, unas en lo alto, otras en bajo, otras a los lados; y en el centro y mitad de todas éstas tiene la más principal, que es adonde pasan la cosas de mucho secreto entre Dios y el alma. Es menester que vais advertidas a esta comparación; quizá será Dios servido pueda por ella daros algo a entender de las mercedes que es Dios servido hacer a las almas, y las diferencias que hay en ellas, hasta donde yo hubiere entendido que es posible, que todas será imposible entenderlas nadie, sigún son muchas, cuanto más quien es tan ruin como yo. Porque os será gran consuelo, cuando el Señor os las hiciere, saber que es posible; y a quien no, para alabar su gran bondad: que ansí como no nos hace daño considerar las cosas que hay en el cielo, y lo que gozan los bienaventurados, antes nos alegramos y procuramos alcanzar lo que ellos gozan, tampoco nos hará ver que es posible en este destierro comunicarse un tan gran Dios con unos gusanos tan llenos de mal olor, y amar una bondad tan buena, y una misericordia tan sin tasa. Tengo por cierto, que a quien hiciere daño entender que es posible hacer Dios esta merced en este destierro, que estará muy falta de humildad y del amor del prójimo; porque si esto no es, ¿como nos podemos dejar de holgar de que haga Dios estas mercedes a un hermano nuestro, pues no impide para hacérnoslas a nosotras, y de que su Majestad dé a entender sus grandezas, sea en quien fuere? Que algunas veces será sólo por mostrarlas, como dijo del ciego que dió vista, cuando le preguntaron los apóstoles si era por sus pecados u de sus padres. Y ansí acaece, no las hacer por ser más santos a quien las hace que a los que no, sino porque se conozca su grandeza, como vemos en San Pablo y la Magdalena, y para que nosotros le alabemos en sus criaturas. Podráse decir que parecen cosas imposibles y que es bien no escandalizar los flacos: menos se pierde en que ellos no lo crean, qu eno en que se dejen de aprovechar a los que Dios las hace; y se regalarán y despertarán a más amar a quien hace tantas misericordias, siendo tan grande su poder y majestad. Cuanto más que sé que hablo con quien no habrá este peligro, porque saben y creen que hace Dios an muy mayores muestras de amor. Yo sé que quien esto no creyere, no lo será por espiriencia; porque es muy amigo de que no pongan tasa a sus obras; y ansí, hermanas, jamás os acaezca a las que el Señor no llevarse por este camino.
Pues tornando a nuestro hermoso y deleitoso Castillo, hemos de ver cómo podremos entrar en él. Parece que digo algún disbarate; porque si este Castillo es el ánima, claro está que no hay para qué entrar, pues se es él mesmo: como parecería desatino decir a uno que entrase en una pieza, estando ya dentro. Mas habéis de entender que va mucho de estar a estar; que hay muchas almas que se están en la ronda del Castillo, que es adonde están los que le guardan, y que no ese les da nda de entrar dentro, ni saben qué hay en aqul tan precioso lugar, ni quién está dentro, ni an qué piezas tiene. Ya habréis oído en algunos libros de oración aconsejar a el alma que éntre dentro de sí; pues esto mesmo es. Decíame poco ha un gran letrado que son las almas que no tienen oración como un cuerpo con perlesía u tollido, que aunque tienes pies y manos, no los puede mandar; que ansí son, que hay almas tan enfermas y mostradas a estarse en cosas esteriores, que no hay remedio, ni poarece que pueden entrar dentro de sí; porque ya la costumbre la tiene tal de haber siempre tratado con las sabandijas y bestias que están en el cerco del Castillo, que ya casi está hecha como ellas; y con ser de natural tan rica, y poder tener su conversación, no mesno que con Dios, no hay remedio. Y si estas almas no procuran entender y remediar su gran miseria, quedarse han hechas estatuas de sal, por no volver la cabeza hacía sí, ansí como lo quedó la mujer de Lod pro volverla. Porque a cuanto yo puedo entender, la puerta para entrar en este Castillo es la oración y consideración; no digo más mental que vocal, que como sea oración, ha de ser con consideración; porque la que no advierte con quién habla, y lo que pide, y quién es quien pide, y a quién, no la llamo yo oración, anque mucho menee los labrios; porque anque algunas veces sí será anque no lleve este cuidado, más es habiéndole llevado otras; mas quien tuviese de costumbre hablar con la majestad de Dios, como hablaria con su esclavo, que ni mira si dice mal, si no lo que se le viene a la boca y tiene deprendido, por hacerlo otras veces, no la tengo por oración, ni plega a Dios que ningún cristiano la tenga de esta suerte; que entre vosotras, hermanas, espero en su Majestad no lo habrá, por la costumbre que hay de tratar de cosas interiores, que es harto bueno para no caer en semejante bestialidad. Pues no hablemos con estas almas tullidas, que si no viene el mesmo Señor a mandarlas se levanten, como al que había treinta años que estaba en la picina, tienen harta mala ventura, y gran peligro, sino con otras almas, que, en fin, entran en el Castillo, porque anque están muy metidas en el mundo, tienen buenos deseos, y alguna vez, anque de tarde en tarde, se encomiendan a nuestro Señor, y consideran quién son, anque no muy de espacio; alguna vez en un mes rezan llenos de mil negocios, el pensamiento casi lo ordinario en esto, porque están tan asidos a ellos, que, como adonde está su tesoro se va allá el corazón, ponen por si algunas veces de desocuparse, y es gran cosa el propio conocimiento y ver que no van bien para atinar a la puerta. En fin entran en las primeras piezas de las bajas, mas entran con ellas tantas sabandijas, que ni le dejan ver la hermosura del Castillo, ni sosegar: harto hace en haber entrado.
Pareceros ha, hijas, que es esto impertinente, pues por la bondad del Señor no sois de ésts. Habéis de tener paciencia, porque no sabré dar a entender como yo tengo entendido algunas cosas interiores de oración, sino es ansí, y an plega el Señor, que atine a decir algo; porque es bien dificultoso lo que querria daros a entender, si no hay espiriencia; si la hay, veréis que no se puede hacer menos de tocar en lo que, plega a el Señor, no nos toque por su misericordia+++++
+++++Referências:“Las Moradas”, S. Teresa D´Àvila, Ediciones de La Lectura, Madrid, 1922. EWTN Fe em: EL LENGUAJE DE LOS MÍSTICOS
Querido amigo,
Tão bom receber notícias suas… Tenho pensado muito em você.
Vou mandar um mail com uma foto que tirei para você.
Beijo em todos,
CurtirCurtir
Vão ser precisos muitos outros mergulhos nos textos maravilhosos que mandaste. É muita luz!!! Teresa de Ávila do teu lado, João da Cruz do meu. Tenho também isso muito a ele.A Noite Escura da Alma.Eu sou e serei sempre um dos teus leitores. Plís, estou nessa lista, num estou?Rs.
CurtirCurtir
Amigas,
Obrigado pela visita e os comentários que são incentivo especial a continuar publicando…
Laura, as fotos de Paris no seu blog de fotos estão ótimas!
Amitiés,
BetoQ.
CurtirCurtir